Van a encontrar muchas recetas de “muffins” por acá que son un poco mentirosas. Pero con buena intención… una mentirita blanca, una licencia poética para habilitar ese nombre tan seductor a una cantidad de masitas dulces y tiernas, hechas con mijo o quinoa. Y son riquísimas, eh: la exageración licenciosa no es en cuanto al sabor, pero… todos sabemos que un muffin es un muffin. Un panquecito, una madalena. Algo bastante específico.
Éstos de aquí son auténticos muffins, y sin embargo -retroceder nunca, rendirse jamás- no tienen harina, como de costumbre. Los hice con avena arrollada y mucha pero mucha manzana. Son más fruta que otra cosa, y aún así tienen la consistencia y la forma correcta, gracias al huevo y a la avena. Y a otras cositas que les cuento por acá, en la receta.
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