Budín tierno de peras frescas. La obsesión toma caminos misteriosos…
De a poco, vengo incursionando en la cocina dulce un poco más respostera, más pasteleramente. Siempre con un estilo un poquito de coté, tratando de no usar harina, de evitar los lácteos, o los huevos, o por lo menos la bomba de combinarlo todo junto. Y sin azúcar.
Hasta acá todo muy lindo. Las primeras recetas que saqué por este camino quedaron muy ricas, muy bonitas… y bastante caras. La harina de almendras no crece entre los yuyos, el nutella casero no es exactamente regalado y los dátiles en tremendas proporciones son una pequeña fortuna. Así que esta vez, me pegó la obsesión de encontrar alguna cosita dulce más apta para el bolsillo del caballero y la cartera de la dama.
La encontré, y me encantó. Este es un budín de peras frescas, con avena y harina de garbanzos. Les juro que los garbanzos no se sienten, queda húmedo y tierno, suavecito. Yo lo hice en una tartera y salió chatito, para servir en cuadraditos; pero en un molde de budín quedría pintado. Para los empedernidos, con una untada de dulce de leche debe ser la gloria. Y para los más dogmáticos, en la otra esquina del ring, se puede hacer vegana impoluta, sin miel…



