La pereza y sus privilegios
Ponele que son las últimas semanas de albahaca fresca: se viene el invierno.
Ponele que decís: hagamos pesto.
Entonces juntás un montón de hojas de albahaca, las lavás bien, pelás un par de dientes de ajo.
Ponele que sos medio vago. No da picar el ajo ni las hierbas. Decís: vamos con todo a la minipymer, que haga el trabajo por vos. Qué genial. Total, le voy agregando de a poquiiiiiiiito el aceite, y el queso más tarde, una viveza.
La mala noticia, colega perezoso, es que con este sistema el pesto no sucede nunca. Tannnto reacciona el aceite a esa velocidad, tanto se desmenuzan las hojitas, que un fenómeno diferente se apodera de tu minipymer.
La buena noticia, compañero de fiacas, es que en su lugar aparece algo así como una mayonesa impecable de albahaca, con una textura más firme que la mismísima Hellmann’s. Nunca me imaginé algo así.
Está bien, no será el invento del siglo, no descubrí el dulce de leche ni se originó la torta Tatin. Pero sale, y vale. Vagos del mundo, uníos, fortificáos, y alimentáos, que lograréis grandes cosas.
En la foto, la de remolacha que ya salió antes.
PD: unos días después, repito el experimento. Más vaga que nunca, agregué las hojitas de albahaca sin secarlas. Parece una canchereada seguir sumando numeritos de pereza; juro que no lo hice a propósito. En fin, craso error y paradoja: salió un pesto buenísimo. Si querés mayonesa, nada de agua en la mezcla!!



