Masa crocante de almendras y garbanzos. Relleno bicolor con ricota fresca. Ja.
Esa belleza de la foto es más rica todavía de lo que parece. Tuvimos que hacer grandes esfuerzos, enormes, por no bajárnosla de una sentada.
La parte gordingui y sibarita del caso: una masa que hace “crunch”, con gustito a almendras tostadas, bien finita, y un relleno que se parece un poco a la pascualina y otro poco… a las espinacas a la crema!
La parte sanita y equilibrada del asunto: el relleno es sin huevo, la masa es sin harina, casi nada de aceite o grasa en todo el combo. El ligue está dado por una buena ricota, por las bondades del coliflor procesado y por la linaza, mi nueva amiga: el resultado de dejar reposar las semillas de lino en agua tibia, hasta que producen algo muy parecido a la clara de huevo.
Los enemigos del coliflor, esa manga de pusilánimes, pueden respirar tranquilos, que ni se siente. Entre el saborcito a queso y las espinacas, con mucha pimienta y nuez moscada, la pobre flor aporta textura cremosita y nada más. Un día les voy a dar cous-cous de coliflor y se van a caer sobre sus lindos traseritos de lo rico que es, pero vamos de a poco.
La receta de esta tarta bicolor con masa de almendras, por acá…



