Muffins de chocolate con banana y naranja. Incursionando en la harina de quinoa ¡con rimbombantes y exitosos resultados!
Si no los divierte investigar distintas harinas, pueden usar la tradicional, que no hay problema. A mí, además del asuntito de lo saludable y lo nutricional, me gusta jugar con otras opciones. Un poco porque sí, por curiosa geminiana. Otro poco, creo que me hace acordar a Stranger than fiction, esa escena en la que Harold le regala a Anna un montón de paquetitos de harinas diferentes, como declaración de amor, en lugar de la debida declaración de impuestos. (Si no vieron esa peli, antes de cocinar nada, vayan y vean. A pesar de lo que acabo de describir, no es una levedad romanticona. Dustin Hoffmann, Emma Thompson, se afanan todas las escenas. Es una gran gran peli. Juro).
Lista la digresión, volvamos a los muffins. Son tiernos, quedan altos y esponjosos, ah, esa es la mayor diferencia con usar cereales enteros o avena como otras veces. En formato budín también anda genial. Pueden acompañarlos con dulce de leche o mermelada de naranjas… Pero mejor aún, acompáñenlos con Stranger than fiction. Gran menú.
“As Harold took a bite of Bavarian sugar cookie, he finally felt as if everything was going to be ok. Sometimes, when we lose ourselves in fear and despair, in routine and constancy, in hopelessness and tragedy, we can thank God for Bavarian sugar cookies. And, fortunately, when there aren’t any cookies, we can still find reassurance in a familiar hand on our skin, or a kind and loving gesture, or subtle encouragement, or a loving embrace, or an offer of comfort, not to mention hospital gurneys and nose plugs, an uneaten Danish, soft-spoken secrets, and Fender Stratocasters, and maybe the occasional piece of fiction. And we must remember that all these things, the nuances, the anomalies, the subtleties, which we assume only accessorize our days, are effective for a much larger and nobler cause. They are here to save our lives. I know the idea seems strange, but I also know that it just so happens to be true.”
Zach Helm, Stranger Than Fiction, guión.
Traduzco caseramente:
“Mientras Harold mordía una galletita bávara de azúcar, sintió finalmente que todo iba a estar bien. A veces, cuando nos perdemos en el temor y la desesperación, en la rutina y la constancia, en la desesperanza y la tragedia, podemos dar gracias a Dios por las galletitas bávaras de azúcar. Y afortunadamente, cuando no hay galletitas, podemos aún encontrar ánimos en una mano familiar sobre la piel, o un gesto amable y amoroso, o un sutil aliento, o un abrazo cariñoso, o un ofrecimiento de consuelo, para no mencionar las camillas de hospital y los tapones para la nariz; una factura sin probar, secretos susurrados, y Fender Stratocasters, y quizás la ocasional pieza de ficción. Y debemos recordar que todas esas cosas, los matices, las anomalías, las sutilezas, que asumimos como accesorias a nuestros días, sirven a una causa mucho más grande y noble. Están aquí para salvar nuestras vidas. Sé que la idea parece extraña, pero también sé que resulta ser cierta.”
Zach Helm, Más extraño que la ficción, guión.



