El asunto es así. Mi hermana es como yo con la comida; de fan, de obse, de gordita de alma. Menos la fibra (refinada ella, blanca ella) y más el azúcar. Es como yo pero sin los lunares, digamos. Cuando las Hermanas Kiako se juntan en la cocina, hay dos opciones: salir corriendo para el otro lado… o aflojarse el cinturón y prepararse para comer fuerte. Es altamente recomendable lo segundo.
En una sola tarde arrasamos con un espectro de pastelería que da calambre. Blondies (son como brownies pero sin cacao), de chocolate blanco, manteca de maní y azúcar negra. Muffins de banana, miel y más manteca de maní. Y un budín petiso como los muffins… pero borracho al whisky.
Eso sí, ustedes saben cómo es, hay que sacrificar todo por la familia. Abandonar los principios cerealeros por amor, hacer a un lado la stevia. Dicen que la sangre es más fuerte que la leche de almendras, y tienen razón…



