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Sopa de porotos negros y calabaza
23 septiembre, 2013Ésta es una de las cosas que nos mienten los mayores. El cuco, el ratón Pérez, y lo terriblemente difícil que es hacer yogur casero, como cuando ellos eran chicos, y la abuela, con toda su paciencia y su esfuerzo…
Mentira, señores, mentira. Agarrás dos ingredientes, dos herramientas, y en menos que canta un gallo (o bueno, reconozcámoslo, después de unas ocho horas de reposo) tenés el yogur casero más sanito, más rico y más sencillo del mundo.
Desmitifiquemos, acabemos con la leyenda de las Doñas Petronas, las Julia Child y las Martha Stewart del mundo. Hay cosas que se ven genial… y se hacen tan fácil. El cómo, cuándo y dónde del yogur casero en dos patadas, por acá.
Necesitás:
- un "Starter" o arrancador: 1 pote pequeño de yogur comprado o unos 170 cc. de yogur casero ya preparado. Si es natural, mucho mejor. - un litro de leche. Si usás leche descremada, tendrás yogur descremado. Si usás leche entera, adiviná qué. Y si reemplazás un tercio de la leche por crema, tendrás (mmm santas delicias obscenas, batman) yogur tipo griego. PARA HACER YOGUR VEGANO: el procedimiento es idéntico. Lo importante es usar un yogur comprado del mismo producto que la leche vegetal que usen. Ejemplo: yogur de coco comprado (o de una tanda previa) + leche de coco. Yogur comprado o previo de almendras + leche de almendras. No crucen productos que no sale igual de bien. Se puede usar, en vez de yogur vegetal, unas cápsulas de probióticos que se venden en farmacias y en plataformas online. Recomiendo el método clásico de arrancar con yogur, pero si prefieren las cápsulas googleen el método que es muy simple. - una cacerola, un bowl y una frazada o doble repasador. Opcionalmente: un termo anda genial. Por supuesto, si tenés yogurtera, usás yogurtera.
El resto es historia:
– Calentás la leche en una cacerola, hasta que esté bien caliente pero no llegue a hervir. Por encima de los 45° estamos bien.
Si la calentás de más, esperá a que entibie un poco para seguir. Mientras no hierva está ok.
– La volcás, caliente, sobre el yogur natural que echaste en un bowl.
– Este es el momento para agregar cualquier saborizante que te guste: extracto de vainilla, mermelada de frutas, cascarita de naranja, canela, azúcar o edulcorante…
– También podés agregar un sobrecito de gelatina sin sabor o dos cucharadas de agar agar (*), si querés un yogur más espeso.
– Revolvés, tapás bien el bowl envolviéndolo con la frazada o repasador, y lo dejás al sereno en un rincón calentito. Puede ser junto a una estufa, dentro de un horno recién apagado o donde pegue el sol si es verano. La idea del termo funciona bárbaro: precalentalo llenándolo de agua hirviendo y luego lo vaciás para ponerle nuestra leche ya tibia y mezclada con el yogur, lista para fermentar allí. Puede ser directamente en vasitos o frasquitos individuales.
Si tenés yogurtera seguís las instrucciones de la marca, pero la verdad es prácticamente lo mismo con algún mecanismo extra para mantener el calor sin depender de termos ni frazadas.
Entre seis y ocho horas después tenés yogur. Cuanto más tiempo lo dejás, mayor acidez lográs; pero pasado ese tiempo no va a cambiar la consistencia, sólo el sabor. Es importante que reciba un calor suave y parejo durante varias horas.
Comentario de ecónoma: no sé cómo será donde viven ustedes, pero en Buenos Aires, el potecito pequeño de yogur cuesta lo mismo que un litro de leche, así que digamos que es muy buen negocio prepararlo en casa.
Guardalo en la heladera que dura una semana o diez días, con toda tranquilidad.
(*) Si usás agar agar, lo revolvés un buen rato con la leche caliente apenas por debajo del hervor, porque es la única forma de que se disuelva. La gelatina industrial no es tan recomendable a mi juicio, pero la menciono porque sé que muchos desean optar por ella de todos modos.




