- ¡Amaranto! - opcionales: aceite, sal, azúcar integral, pimentón, comino, orégano…
La clave de todo el asunto es tener una sartén o cacerola gruesa. Que sea de hierro, o de triple fondo, o de acero pero pesada. Si no tenés nada de esto podés poner un calentador de esos tipo “radiador” con agujeritos entre tu cacerola y el fuego: pero ya es más peliagudo todo el proceso.
Calentar bien la sartén o cacerola, teniendo preparada una tapa a mano. No hace falta poner aceite si es buena o de teflón: es más, probablemente contribuya a que se te pegue si no estás canchero. Pero si ya lo hiciste un par de veces, y te gusta mucho el plus, podés poner unas cucharaditas de oliva.
Cuando la sartén está caliente pero antes de que humee fuerte, agregás el amaranto, cuidando de que la cantidad de semillas no exceda una capa fina sobre la superficie. Tapás y apenas sientas que empiezan a explotar, pop.pop.pop, apagás el fuego casi inmediatamente, apenas unos segundos después. Con el mismo calor concentrado deberían terminar de reventarse todos los amarantos; remové un poco la cacerola o sartén sin destaparla, para que se exploten las semillas de forma más pareja y no te queden algunas crudas.
Listo! servir con sal o azúcar, en una ensalada o sobre una tostada, con un salteado de verduras, coronando un yogur con frutas o cereales, un postre, una mousse, una torta… las opciones son infinitas!
«No está permitido utilizar las imágenes o los textos de esta web con fines de lucro, publicitarios o comerciales ni en medios de comunicación sin la autorización de la autora. Toda reproducción de fotos, recetas y/o contenidos, sea total y parcial, debe acompañarse del crédito correspondiente y link a la fuente original»