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30 noviembre, 2013Hoy es un día de muchos estrenos. Estreno una torta que sigue los mandamientos de la repostería raw y vegana: una receta modelo, con todos los principios básicos de esa forma de cocina (crema de cajú, masa sin harinas, endulzada con dátiles, nada de lácteos… mucha procesadora).
También estreno un costado “rosa” poco ejercitado: no me digan, es un pastel verdaderamente femenino. Una torta Disney, una torta Barbie. Yo no soy una chica muy rosa, pero me acabo de dar cuenta de que al prepararla tenía puesto mi único vestido rosa (y con flores, nada menos!). Es, encima, la primera torta helada que hago.
Otro estreno que promete secuelas: incluí por primera vez los frutos rojos en la cocina, ahora que llegó la temporada y los encontré frescos. Las frambuesas son una pequeña maravilla, tan especiales y tan delicadas, me hacen pensar en la rosa del Principito. Sospecho que si una frambuesa hablara diría las mismas cosas que su rosa.
La pastelería raw tiene varias aristas. Por un lado, es deliciosa y no tiene nada que envidiarle a la tradicional: el uso y abuso de nueces, coco, frutas secas y frescas en toneladas se hace irresistible. Esas mismas toneladas hacen que no sea una cocina muy liviana que digamos: la cuenta de calorías, si es que alguien se anima a seguirla, debe andar por los techos con estos ingredientes. Son un big bang de nutrición, potenciada y concentrada. Raw y saludable no quiere decir light: estos dulces son para probar, para comer de a poquito, cortando tajadas de torta finiiiitas finitas. Como las llaman unos amigos: porciones de torta “vitel”.
Es divertido incursionar en estas técnicas: liquidificar sólidos, hacer cremas sin crema y dulces sin azúcares tiene algo de magia alquímica que está buenísimo. Eso sí: después, todas las recetas raw empiezan a parecerse un poco, si me animo a decirlo. Siete mil recetas de torta con la misma base de dátiles, queso hecho de castañas y crema batida de coco, en un punto, te pueden llegar a cansar.
Pero hoy estamos de estreno. Chiche nuevo: torta helada bicolor de frambuesas, raw y vegana, oh, qué felicidad tan rosa.

(receta adaptada del bellísimo blog My new roots)
Ingredientes
Para un molde de 18 cm de diámetro, alto.
Para la base: - Media taza de almendras o nueces pecán. Yo usé mitad y mitad. - Diez dátiles remojados toda la noche - Media cucharadita de sal - Dos cucharadas de cacao amargo
Para el relleno: - Una taza y media de castañas de cajú, remojadas toda la noche - Una taza y 1/3 de frambuesas(*) - Jugo de un limón y medio - Ralladura de limón, unas dos cucharadas - Una vaina de vainilla (o una cucharadita de extracto) - 1/3 taza de miel (para veganos estrictos, reemplazar por azúcar, agave o almíbar) - 1/3 taza de manteca de coco (reemplazable por: aceite de coco, manteca de vaca o mantequilla, media palta o aguacate pero le va a cambiar el color.)
Procedimiento
Para la base:
Procesar las almendras (si las tostás para mí es mejor, pero dejamos el territorio raw estricto) junto con los dátiles descarozados, la sal y el cacao. Tiene que quedar bien rústico, con trocitos de almendra visibles. No queremos una pasta lisa. Si podés tomar un pedacito con los dedos y formar una pelotita, está perfecto de textura.
Forrar con papel manteca o film la superficie de un molde de 18 cm. Cubrir la base con esta mezcla (no las paredes). Tiene que quedar parejo, como cuando se hace la base de un cheesecake con galletitas molidas.
Llevar al freezer, mientras preparás el relleno.

Para el relleno:
Procesar todos los ingredientes excepto las frambuesas y el jugo de medio limón: es decir, las castañas (escurridas) con la miel, la ralladura y el jugo de 1 limón, la vainilla y la manteca de coco. Primero se forma una mezcla rugosa y de a poco se hace una crema. Para lograr una textura lisa del todo hace falta una procesadora o licuadora muy potente, o una minipimer de 600 watts o más. Sino, va a quedar con algo de trocitos.
Dividir la crema en dos mitades.
Agregar el jugo de medio limón a una mitad y reservar. Procesar la otra mitad de la crema con una taza de las frambuesas hasta que esté liso. Reservamos 1/3 de taza de frambuesas para el armado.
Armado de la torta:
Sacar la base del freezer. Colocar algunas frambuesas sobre la masa y volcar arriba la crema de cajú “blanca”. Colocar algunas frambuesas frescas por encima y verter la crema rosa, la de frambuesas y cajú.
Llevar al freezer dos horas y media.
Se puede comer desde ese momento, más o menos: si la comés al día siguiente, hay que sacarla del freezer media hora antes de servir para que tome una consistencia más amigable. Si conservás la torta en heladera después de frizar, también se sostiene bien, queda un poco más blanda: eso sí, dura menos. Pero ¿cuánto te puede sobrar de algo tan rico como esto?





