
Galletitas de avena con chips de chocolate
15 noviembre, 2014
Barritas de cereales saladas
5 diciembre, 2014Vamos de visita al País de los Cruditos. No tiene buena fama entre los extranjeros, pero créanme: merece un poco de miniturismo.
Hay cada vez más adeptos a la alimentación estrictamente cruda, con diversos nombres a cual más rimbombante: raw, dieta crudívora o Alimentación Viva. Se llame como se llame, esta tendencia casi siempre coincide con el veganismo, y consiste en no cocer los alimentos por encima de los 40°. Esto permite calentarlos un poco, deshidratarlos o cocinarlos al sol, por ejemplo.
Si bien a la mayoría de la gente le suena descabellado permanecer dentro de semejantes límites, por supuesto tiene sus atractivos y sus beneficios para la salud. Y aunque tenga fama de lo contrario, les quiero contar que no es necesario complicarse demasiado la existencia para comer y cocinar crudo. Para convencerlos elegí palabras y sabores mayores; esta receta viene de la mano de Máximo Cabrera, de Kensho, uno de los referentes más importantes de la movida Raw en Buenos Aires. Les convido su falafel, una versión cruda y original del típico bocadito árabe que ya sabemos amar. Está hecho casi enteramente de un sólo ingrediente muy noble: las pipas de girasol. Uno de los principios más importantes de esta cocina es la “activación” de las semillas para potenciar sus beneficios, lo cual no tiene más secretos que dejarlas en remojo unas cuantas horas.
Las adaptaciones que hice se deben, sobre todo, sencillamente a mi falta de memoria para recordar cada detalle tal como lo escuché. Culpen a mi flamante maternidad, porque esto no me hubiera sucedido hace un año. Lo cierto es que mi cerebro, antes fresco como una lechuga, está hoy más bien frito como una croqueta. Pero también hice otros ajustes simplemente porque se me daba la gana. Es que el principio de placer le gana a los mandatos, y creo que Máximo, creador de tantas cosas ricas, lo sabría dispensar.
Receta adaptada de Máximo Cabrera – Kensho
Ingredientes
- 1 taza de semillas de girasol + 2 cucharadas - 1 chorro de aceite de oliva - 1 cucharada de aceite de sésamo. También podés ponerle algunas semillas de sésamo, remojadas. - 1 diente de ajo o ajo deshidratado - 1 cucharada de comino - 1 cucharada de especias orientales: yo usé harissa, acá sugiero ir por donde les guste y haya en casa… chile y cúrcuma no estaría mal. Usen rocoto si prefieren, pimentón picante… sean libres. - sal marina a gusto (si conseguís sal rosada del Himalaya, mejor! en las dietéticas suele haber, es muy rica y más saludable, muy de la corriente Raw) - Cilantro o perejil picado (opcional) - 2 cucharadas de jugo de limón.
Procedimiento
Remojar las semillas de girasol en agua (filtrada o mineral, mejor) toda la noche. SI hay apuro, al menos 4 o 5 horas. Lavarlas y escurrirlas. Separar dos o tres cucharadas.
Procesar, licuar o minipimerear con todos los demás ingredientes hasta obtener una pasta más o menos homogénea. Va a ser pegajosa, es una pasta, no una masa. Agregar las dos cucharadas de semillas de girasol que dejamos aparte picadas groseramente, para aportar textura. Se pueden usar para “rebozar” también, o agregar algunas semillas de sésamo para ese fin.
Formar esferas pequeñas con las manos apenas húmedas, y ubicar en una placa apenas aceitada o en un molde de silicona. Si tenés mucho miedo de que se peguen, recomiendo hacer el “rebozado” que propongo en el párrafo anterior.
Para cocer estos falafel hay diferentes posibilidades:
– usar un deshidratador, si lo tenés, por espacio de un par de horas.
– ponerlos al sol, si es un día radiante, por varias horas.
– poner el horno al mínimo (incluso dejar la puerta abierta), por espacio de una hora u hora y media aproximadamente.
Tienen que quedar secos por fuera y tiernos por dentro.
Si los cocés en horno de forma tradicional (siempre a temperatura mínima) van a quedar deliciosos igual, sólo que no van a ser auténticamente “raw”.
Sugiero acompañar con alguna salsita: puede ser un hummus, un babbaganoush, un muhammara…




