Ésta es de las cosas más ricas que cociné y comí en lo que va del año.
La idea de una salsa blanca liviana, y una crema de choclo más suavecita, no es nueva en el mundo ni en casa. Ya el último invierno le había dado algún lugar al experimento con resultados deliciosos; pero fue hacia finales de la temporada fría, y me olvidé rápido de la receta apenas el calorcito empezó a apretar. Hoy, que está fresquito como un sueño de verano, se me cruzó el recuerdo y fui derechito a la cocina.
Esta salsa blanca es muy Kiako: no tiene manteca, usé apenas un toque de harina de arroz, y leche descremada. Con leches veganas andaría bien seguro, pero todos sabemos que “rico” no significa “idéntico a la salsa blanca”. Y aquí, una aclaración muy necesaria y muy contundente, casi tan contundente como el ingrediente en cuestión: amigos, la manteca es manteca es manteca. Lógica pura. ¿Saben qué cosa tiene gusto a manteca? LA MANTECA. Siguiendo en términos lógicos, la única “propiedad transitiva” del sabor a manteca la tiene… ay, la manteca misma. Entonces: esta salsa blanca (que completé como crema de choclo y déjenme decirlo, es mi nuevo amor de días fresquitos) está muy buena, tiene una textura excelente y un sabor delicioso. Pero no tiene gusto a— adivinen qué? Si, acertaron; a manteca.
Dicho todo lo cual, avancé con mis vueltas y volteretas hacia lo que me daban ganas de comer, que era eso: una salsa blanca suave y livianita, con choclo que la hace más cremosa y más dulce, y un par de secretitos que son el alma de la fiesta. Uno, muy clásico pero muy irrenunciable: nuez moscada al por mayor. Qué sería de la salsa blanca sin ella. El otro, muy atípico y muy ganador: un poquito de pasta de tomate (o extracto de tomates) que -aunque usted no lo crea- pega como los dioses.
Así como la ven, con las verduras al horno, esta crema de choclos me hizo suspirar. Pero claro que me guardé una linda cantidad para levantar tartas, pizzas, gratinados y lo que se les ocurra (oyeron hablar de esos sándwiches franceses totalmente obscenos, croque Madame y el croque Monsieur? Yo usaría esta crema, y sería feliz mientras me demandan por desacato todos los franceses de este mundo).
- ¾ litros de leche. Yo usé descremada; puede hacerse con leche vegetal (por ejemplo leche de almendras), aunque cambia el sabor, claro. - Mucha nuez moscada. Pimienta con ganas. Sal. - 1 cucharadita de extracto de tomates. Es opcional. - 2 cucharadas soperas de harina (yo usé de arroz, cada uno a su modo). - 1 chorrito de aceite de oliva. Es opcional. Considerando lo magro que es todo, lo recomiendo mucho. Aporta sabor. Hasta acá, la “salsa blanca”. Para hacer la crema de choclo, se agrega: - 1 taza de choclo rallado (o una lata de choclo cremoso y no le contamos a nadie, shhhh).
Calentar la leche en una cacerola, a fuego medio, con nuez moscada, sal y pimienta. Cuando esté caliente agregar el extracto de tomates y revolver hasta disolverlo bien. Si vas a usar aceite, agregarlo ahora.
Cuando esté a punto de hervor, agregar en forma de lluvia las dos cucharadas de harina, despaciiito para no hacer grumos. Revolver dos a cinco minutos, dejando que se cocine la harina a hervor muy muy suave. Vas a notar que espesa un poco pero no tantísimo. Si no vas a sumar el choclo, quizás quieras agregar una cucharada de harina más para espesar, depende de la consistencia que busques.
Para la crema de choclo, agregar el choclo rallado o la lata de choclo cremoso y seguir revolviendo. Si usás choclo fresco, vas a tener que seguir un buen rato más hasta que se cocine bien, por lo menos quince a veinte minutos. Si es en lata, con cinco minutos más vas a notar que está espeso y listo. Sólo tenés que disolver bien. Según prefieras más rústica o más lisa la crema, podés pasarla por una licuadora minipimer o procesadora para dejarla bien pareja.
¡Es todo! Dura varios días en heladera y pega con las mismas cosas que cualquier salsa blanca y/o crema de choclo. Para ligar tartas es un as, y solita así con verduras (o espinacas picadas) es digna de un rey. Yo tenía unas verdus al horno (que bien podrían ser éstas). Altamente recomendable para momentos de frío extremo y autoindulgencia con pastas gratinadas o cosas por el estilo.
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