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La noticia sería ridícula si no fuera tan terrible. Sin entrar en detalles del por qué, aunque los invito a hacerse esa pregunta y buscar la respuesta, veamos qué podemos hacer desde nuestro humilde lugar de consumidores.
– Podemos hacer comprar más justas, eligiendo productos cultivados y cosechados en condiciones razonables para todos. Eso, felizmente, suele coincidir con frutas y verduras orgánicas o al menos de pequeños productores, más naturales, a pequeña escala, como en otra época, vio?
– Podemos elegir siempre productos de estación. Si todos compramos tomate cuando está en su punto (y dejamos de pedirlo obstinadamente en pleno invierno) la demanda y la oferta se equilibran naturalmente. Compremos y cocinemos lo que la época nos ofrece, y comeremos más rico y mejor.
– En la misma línea, ampliemos el margen de cocina. Y si la vida nos da una montaña de tomates a buen precio y mejor sabor, por favor, no nos quedemos en la ensaladita de tomates (sin desprestigiarla, con lo rica que es, eh).
Por eso hoy hacemos salsa de tomates. No cualquier salsa: una salsa espectacular, horneada lentamente, perfumada. Una que te haga salir a comprar dos kilos de tomate extra, sólo para que tu futuro yo, el de los pies y las manos frías en unos meses, destape el frasco y te diga: gracias.
Ingredientes
Para un frasco grande de medio kilo. Aunque sugiero fraccionar y freezar. - 1 kilo de tomates frescos, de estación. Perita son bien dulces, si consiguen corazón de buey cómprense todos los que vean y después ven qué hacen porque son desmesurados de geniales. - 3 o 4 ramitas de tomillo fresco, o la hierba que elijas. - 1 diente de ajo aplastado - 1 cda de azúcar mascabo - sal y pimienta a gusto - 1 chorro generoso de aceite de oliva - 1 chorrito de aceto balsámico de buena calidad - 2 cdas de salsa de soja - 2 hojas de laurel - opcionales: un toque de paprika, harissa y / o comino.
Procedimiento
El momento más fácil para pelar los tomates, aunque parezca una tarea infame, es al principio, pasarlos un momento por una olla con agua caliente (o tirarles encima el agua que se te pasó para el mate, vio?) alcanza para pelarlos simplemente presionando con los dedos y retirando la “camisita” de la piel.
Si no, podés retirar las pieles después de la cocción, y antes de homogeneizar, pero a mi juicio es un plomo.
Seguimos:
Cortar en cuartos los tomates (si son muy grandes, en octavos) y colocar en una asadera. Salpimentar, agregar el azúcar y el tomillo, echar el ajo, el laurel, el aceite, la soja y el aceto. Las especias también si se quiere. Sacudir un poco la asadera para integrar todo.
Llevar a horno medio por espacio de media hora. Retirar, aplastar con un tenedor todos los tomates hasta desintegrarlos (aunque quede un poco grumoso, ese efecto casero es agradable). Devolver al horno por al menos quince minutos más, o a gusto, hasta que el sabor sea de una salsa bien cocida y no se sienta la acidez del tomate.
Se puede procesar o minipimerear la salsa para una textura más pareja, pero cambia el color y personalmente me gusta el estilo más rústico.
Usar en pizzas, con pastas, con verduras, con arroz y con lo que se les ocurra.
Freezar en porciones para disfrutar cuando haga frío.
Salut.




