¿Querés cocinar sin huevo? No hay problema. Te presento a tu nuevo mejor amigo: la “chilinaza”.
En realidad no se llama así, pero no tiene nombre y me parece que acabo de bautizarlo. De seguro escucharon hablar de la linaza, el resultado de machacar semillas de lino, que en remojo se ablandan, se hinchan y producen una especie de sustancia babosienta. O para decirlo más finamente: gelificación. Esa magia, ese gel que se llama mucílago y resulta de las saludabilísimas semillas de lino, es un aliado en la cocina vegana y para quienes no pueden o no quieren consumir huevos. Funciona perfectamente para toda clase de panes, budines, panqueques, tartas, tortas y lo que se te ocurra, mientras no te agarre una chiripiorca y quieras obtener huevos revueltos de lino. O linaza batida a nieve. No perdamos los estribos.
En este caso, damos un paso más con el mismo esfuerzo: agregamos Chia. Una semilla más valorada todavía en términos de nutrición, y con la misma capacidad que el lino de gelificar, sólo que a la enésima potencia. Las semillas de chía empiezan chiquititas así como piojitos, y mágicamente se inflan, se agrandan muchísimo y aportan su clara-vegana con una facilidad impresionante. Entonces, sumamos linaza + chía = chilinaza, un invento poderoso.
- media cucharada de semillas de lino - media cucharada de semillas de chía - tres cucharadas de agua caliente.
Mezclar las semillas y revolver mientras le agregás el agua (porque tiende a apelmazarse). Si no tenés chía, podés hacer linaza usando sólo semillas de lino.
Si lo dejás tan sólo cinco minutos, ya sucede la magia. Pero “rinde” más si le permitís remojar un buen rato, o incluso toda la noche. Cuanto más tiempo, más se gelifica y más digestivo es.
Me han hecho consultas sorprendentes porque a veces la chía no gelifica: después de mucho averiguar, entiendo que el problema es una chía muy vieja o con algún tratamiento industrial indeseable. La chía gelifica mucho y muy pronto. Si no funcionó, descarten las semillas y compren en otro lado, una chía mejor.
Entonces: tapar y si es posible dejar al sereno, hasta la mañana siguiente. Al otro día vas a encontrar las semillas así:
Una belleza, ¿no?
Así como está, ya tiene bastante de esa sustancia que funciona como clara de huevo. Lo podés usar y todo. Pero, para aprovecharlo mejor y para que las semillas sean nutritivas al comerlas, hay que dar un paso más: procesar o machacar todo un poquito, para que las semillas se destrocen y se acentúe el efecto-baba.
Diez minutos después, entonces, obtenés esto:
No es tan bello como lo anterior, oh! pero todo sea por una buena torta, un buen panqueque o lo que sea que estás preparando.
Si preferís -es lo más común- podés procesar las semillas antes de remojarlas, en vez de licuar toda la preparación junta. Es más efectivo.
Avanti con eso.
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